
Síntesis biográfica
Doménikos Theotokópoulos, conocido universalmente como El Greco («El Griego»), nació en Candia, capital de la isla de Creta, en 1541, donde recibió su primera formación como pintor, logrando el título de maestro, también escultor y arquitecto del Renacimiento español, donde sobre todo.
No se conocen datos sobre los inicios artísticos de El Greco, pero todo hace pensar que debió iniciarse como pintor en algún taller de su tierra natal. El único documento conocido que registra la presencia de El Greco en su país es de 1566, pero la mayoría de los historiadores creen que el pintor había regresado a Candía ocasionalmente en esa época, y que su paso a Venecia debió ser mucho antes, alrededor de 1560.
En Venecia
En los años sesenta del siglo XVI, la pintura veneciana estaba en pleno apogeo. Tiziano era el maestro supremo, ya en su gloriosa vejez. Tintoretto, Jacopo Bassano y Veronese, junto con otros artistas menores, patentaron la brillante continuidad de la escuela. A diferencia de la pintura romana, que dependía de la influencia de Miguel Ángel y se interesaba sobre todo por los valores lineales y plásticos, los pintores de Venecia, aunque acogían con agrado las preocupaciones manieristas romanas, mantenían la primacía del color como su principal característica.
El impacto de la cultura pictórica veneciana fue decisivo para la formación del estilo de El Greco. Está registrado que fue discípulo de Tiziano, pero también supo estudiar a Tintoretto y Bassano, que absorbió de manera muy personal. Los comienzos del período veneciano de El Greco han dado lugar a varias teorías. Hoy en día, la teoría de Willumsen, que atribuía a ese momento pinturas, muchas de ellas mediocres, que de hecho corresponden al círculo de Bassano, está totalmente descartada.
Las primeras pinturas
Los primeros cuadros de atribución incuestionable que se sitúan en la época veneciana (Estigmatización de San Francisco, Huída a Egipto, Cristo Curado en el Cielo, Expulsión de los Mercaderes del Templo, La Adoración de los Pastores) ya manifiestan una personalidad singular, en la que se reconoce la inconfundible libertad de la fantasía y los extraordinarios dones pictóricos que madurarán en su producción posterior.
En 1570 El Greco se trasladó a Roma. Una carta del miniaturista Giulio Clovio, primer documento que ofrece una valoración crítica de El Greco, ya lo conceptualiza como un pintor excepcional y menciona un autorretrato que había asombrado a los pintores romanos.
El dominio del retrato de El Greco, que alcanzaría su cúspide en España, está efectivamente atestiguado por varios ejemplos de los años 70. En Roma residió durante algún tiempo en el Palacio Farnese, y pintó para el Cardenal Alexander Farnese y su bibliotecario Fluvio Orsini, pero parece que, como había sucedido en Venecia, no logró obtener ningún encargo público que le permitiera ampliar su fama.
Sus obras de composición atribuibles al período romano muestran la expansión de su cultura veneciana básica con el estudio de la escultura antigua y Miguel Ángel. No se especifica la duración del período romano de El Greco; los historiadores se inclinan en general a creer que volvió a trabajar en Venecia antes de venir a España.
El Greco en España
En 1577, El Greco fue documentado en Toledo, donde iba a residir en el momento de su muerte. No se conocen con certeza las razones que le indujeron a emprender este viaje; probablemente su relativa falta de éxito en Italia y la esperanza de ser empleado por Felipe II en la decoración del Escorial intervendrían en ello. También se supone que en Roma debió conocer a Luis de Castilla, cuyo hermano Diego fue decano de la catedral de Toledo y se encargó de la reconstrucción de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo.
Una vez instalado en Toledo, El Greco se estableció inmediatamente como el pintor más eminente y solicitado de la ciudad. Entre los grandes encargos que recibió, cabe mencionar el entierro del conde de Orgaz.
La trayectoria del estilo de El Greco en España no fue influenciada por otros artistas. Es una evolución cerrada sobre la cultura pictórica que ya tenía cuando llegó a Toledo, en un proceso de decantación expresiva, de exaltación mística cada vez más irreal y flamígera, que alarga y deshilacha las formas, contrae o expande el espacio, hace resaltar los colores.
El manierismo europeo alcanza con El Greco su última y más sublime manifestación en el arte de la pintura.
Hasta el siglo XX, los críticos no supieron valorar suficientemente la personalidad artística de El Greco. Los elogios, a veces muy elevados, contenidos en la bibliografía de épocas anteriores se centraban en sus retratos y en los aspectos de su pintura más tranquilos y vinculados al veneciano; pero sus personajes más diferenciados, su soberbia escalada visionaria, solían interpretarse como un caso de extravagancia, cuando no de locura. Sólo a finales del siglo XIX comenzó a entrar en una fase crítica más completa de la grandeza del artista.
Algunos especialistas han llegado a especular sobre una posible enfermedad visual como causa de deformaciones en su obra; se ha demostrado que El Greco utilizaba este estilo porque era de su agrado y también del de su clientela.
Muerte
En Toledo murió el 7 de abril de 1614 a la edad de 73 años, según el certificado de defunción encontrado en la parroquia de Santo Tomé.
Sobre el entierro del pintor hay incógnitas. Se sabe que fue enterrado en la iglesia del convento de Santo Domingo el Antiguo en un altar regalado en 1612 por las monjas «para siempre jamás» a cambio de 32.000 reales condonados por un monumento para la Semana Santa y por el compromiso de decorar el altar -para ello realizó la Adoración de los pastores que hoy se conserva en el Museo del Prado.
Gran pintor cretense cuya vida se resume en unos versos del poeta Fray Hortensio Félix Paravicino: «Creta le dio vida y pinceles, / Toledo mejor patria, donde comienza / a lograr con la muerte eternidades».
Vídeos de El Greco
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