
Tras los reinados de Íñigo Arista, García I Íñiguez y Fortún Garcés, la poderosa familia Jimeno sustituyó a la familia Arista en el trono del Reino de Navarra. El primer rey de esta nueva dinastía fue Sancho Garcés I (905-925). Sancho Garcés aseguró la colaboración de los aragoneses con el reino de Pamplona mediante el matrimonio de Andregoto Galíndez, hija de Galindo II de Aragón, con su hijo García Sánchez I.
Los Jimeno abandonaron la actitud defensiva extrema adoptada por sus predecesores y, seguros del apoyo asturiano, avanzaron sus fronteras hacia el sur y el este, cerrando la expansión de los aragoneses. A lo largo del siglo X, el Reino de Pamplona y sus monarcas (Sancho Garcés, García Sánchez I, Sancho II Abarca y García Sánchez II) tuvieron que enfrentarse a nuevos ataques musulmanes que comenzaron cuando Abd al-Rahmán III consiguió pacificar sus dominios.
Al mismo tiempo, la nueva dinastía llevó al Reino de Pamplona a desempeñar un papel cada vez más destacado en sus relaciones con el reino de Asturias y el condado de Castilla. En el año 961, García Sánchez I intervino en las disputas entre el condado de Castilla y el reino de León y capturó a Fernán González, conde de Castilla, pero se negó a entregarlo a los musulmanes. En 963 formó una alianza cristiana contra el Califa omeya de Córdoba Al-Hakam, pero en esta ocasión fue derrotado por los árabes.
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