
Síntesis biográfica
Era hijo del ciudadano español Marcos de La Mar y Migura, y de Josefa Cortázar y Lavayén, que pertenecían a una de las familias más distinguidas de Guayaquil.
Estudios
A temprana edad fue llevado a España por su tío el Dr. Francisco Cortázar para ingresar en el Colegio de Nobles de Madrid, donde recibió una cuidadosa educación y la instrucción militar necesaria para seguir con éxito una carrera en las armas, para la cual sentía una verdadera vocación.
Trayectoria
Cuando comenzaron las hostilidades entre España y Francia en 1794, a la edad de dieciocho años partió con su regimiento, que era el Regimiento de Saboya, para intervenir en la campaña del Rosellón, en la que participó asistiendo a varios combates sangrientos en los que destacó por su valor y valentía. Cuando se suspendieron los combates y se firmó el tratado de paz, obtuvo el rango de Capitán por su excelente comportamiento en la campaña y continuó su brillante carrera militar en el mismo regimiento. Durante la memorable y titánica lucha que España sostuvo desde 1808 contra los ejércitos napoleónicos invasores, con el grado de Teniente Coronel fue asignado al ejército que defendía las murallas de Zaragoza, donde desplegó todo su talento y habilidad militar haciendo verdaderos prodigios de coraje para repeler a los franceses, hasta que finalmente recibió varias heridas graves que lo condenaron a una larga y dolorosa recuperación.
Cuando se recuperó, marchó a Valencia para servir bajo las órdenes del General Black, quien le dio el mando de una columna de cuatro mil hombres a la que llamó «Columna Lamar», que fue un modelo de coraje, disciplina y moralidad. A pesar de la heroica resistencia que opusieron a los franceses, en enero de 1812 se vio obligado a rendirse y en virtud de la capitulación fue enviado a Francia como prisionero. Al año siguiente, gracias a la ayuda de un noble francés, enemigo del régimen napoleónico, pudo escapar a Suiza y luego a Italia, donde se encontró con su camarada de armas, el príncipe Castel Franco, y donde permaneció hasta el final de la invasión napoleónica y Fernando VII fue restituido al trono de España. Poco después, en reconocimiento a sus servicios y lealtad, el monarca español le confirió el rango de General de Brigada, lo nombró Subinspector General del Virreinato del Perú y le concedió la «Cruz de la Orden de San Hermenegildo».
Llegó a Lima en noviembre de 1816, en un momento en que las autoridades españolas en América vivían una de sus situaciones más críticas, ya que a pesar de que los movimientos independentistas de Chuquisaca, Quito y Bogotá habían sido sofocados, se habían desatado nuevos brotes revolucionarios en Buenos Aires y Caracas. Le correspondió entonces trabajar duro para mantener la paz en Lima, y lo hizo con tanto éxito que en noviembre de 1819 el Virrey Joaquín de la Pezuela lo promovió al rango de Mariscal de Campo, convirtiéndolo en el oficial militar de mayor rango en América. A principios de julio de 1821, el Virrey José de la Serna, antes de abandonar Lima, dejó una guarnición en el Callao bajo su mando. Fue entonces cuando el General San Martín, después de tomar con su ejército los puntos más estratégicos de Lima, le ofreció la posibilidad de firmar una honorable capitulación, lo que se vio obligado a hacer el 2 de septiembre, debido a la falta de posibilidad de resistir la inmensa capacidad bélica de los patriotas.
Terminado su compromiso con el gobierno español, se refugió en los ideales de la independencia y con la esperanza de un país nuevo y libre, devolvió a España su rango militar, sus honores y privilegios, y entró en las Armas Libertadoras con el rango de General Mayor conferido por el propio General San Martín, en octubre de ese mismo año. Pocos días después viajó a Guayaquil para descansar en su hacienda de Buijo, donde fue visitado por el Presidente de la Junta de Gobierno, Don José Joaquín Olmedo, quien el 14 de enero de 1822 lo nombró Comandante General de Armas de la provincia de Guayaquil, designación que fue aprobada por el General Antonio José de Sucre, quien ya había iniciado la lucha por la independencia de Quito. Después de la histórica Batalla de Pichincha que el 24 de mayo de 1822 selló de manera definitiva la independencia de nuestro país, viajó a Guaranda para reunirse con el Libertador Bolívar.
El encuentro se desarrolló en un ambiente cordial y patriótico, pero poco después, respaldado por la fuerza de las armas, Bolívar decretó la anexión de Guayaquil a Colombia, indignado por la magnitud del atropello, expresó su rechazo a tal actitud y se vio obligado a abandonar la ciudad hacia el Perú. El 20 de septiembre de ese mismo año se instaló el primer Congreso Constituyente del Perú, ante el cual el General San Martín renunció a su mando. Este congreso nombró una Junta de Gobierno, presidida por Lamar, e integrada por Felipe Antonio Alvarado y Manuel Salazar.
Para entonces, a pesar de las victorias patrióticas en las diferentes campañas, la independencia americana no había sido aún sellada definitivamente, por lo que continuando en la lucha por la libertad, al mando de la «División Peruana» luchó junto a Bolívar en la batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824, y junto a Sucre en la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de ese mismo año. Una vez terminadas las luchas por la independencia, Bolívar lo nombró Presidente del Consejo de Gobierno peruano, pero por razones de salud tuvo que dejar su puesto y viajar a Guayaquil en busca de descanso. En poco tiempo pudo permanecer en Guayaquil descansando, ya que el Congreso peruano lo designó, «a pesar de ser colombiano», para ocupar el cargo de Presidente de la República del Perú. Este nombramiento contó con la aprobación incondicional de Bolívar, quien declaró que «por sus altísimos méritos y cualidades era el único que podía gobernar el antiguo Imperio de los Incas».
Asumió la Presidencia del Perú en 1827, justo cuando se estaban produciendo una serie de desacuerdos territoriales entre Colombia y el Perú. Quiso aprovechar estas circunstancias para cumplir un deseo patriótico de José Joaquín Olmedo, Vicente Rocafuerte y otros notables de Guayaquil: «La creación de un estado independiente». Sus intenciones ya eran conocidas por Simón Bolívar, quien desde Quito envió una carta al General Mariano Mantilla, en Cartagena. En los primeros meses de 1828 ya había tomado posesión militar y política de las poblaciones del sur de Colombia. Con más derecho que el tomado por Bolívar en julio de 1822, cuando decretó por la fuerza la anexión de Guayaquil a la República de Colombia sin respetar el deseo del pueblo de Guayaquil de ser libre e independiente, a finales de 1828 inició Lamarcha sobre Loja y Cuenca, no con el fin de anexarla al Perú, sino con el propósito de crear un nuevo estado independiente; La República del Ecuador, la misma que luego fue creada por otro militar, éste un extranjero, el Gral. Al mando de sus tropas, Lamar avanzó al sur de Cuenca y el 27 de febrero de 1829 libró la histórica Batalla de Tarqui, donde fue derrotado por el ejército colombiano hábilmente dirigido por los generales Antonio José de Sucre y Juan José Flores. Tras la batalla y la firma del Tratado de Girón, Lamar fue derrocado por el general Agustín Gamarra y tuvo que abandonar Perú para ir a Centroamérica.
Muerte
Derrotado y abandonado, pero con la alegría de conocer el nacimiento de la República del Ecuador, el Mariscal José Domingo de Lamar murió en San José, Costa Rica, el 11 de octubre de 1830. Años más tarde sus restos fueron repatriados por el gobierno peruano y enterrados en Lima, Perú, con honores de héroe.
Vídeos de José de La Mar
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