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Biografías

José Fernando de Abascal y Sousa

José Fernando de Abascal y Sousa
José Fernando de Abascal y Sousa
ABASCAL Y SOUSA, José Fernando de (1743-1821) [Oviedo-Madrid]. Fue un Caballero profeso de la Orden Militar de Santiago, siguió la carrera armamentista, y ya como subteniente, se embarcó en 1767 para la guarnición de Puerto Rico. Regresó a España y volvió a América en 1776 en la expedición al Río de la Plata del General Pedro de Cevallos, participando en la ocupación de la Colonia del Sacramento. Un tercer viaje a América (1781) le llevó a Guarico (Santo Domingo), y es en su cuarta estancia en tierras indias cuando interviene en la fortificación de La Habana.

Abascal es designado como virrey

Fue destinado a Nueva Galicia (México) (1799), como comandante general, alcalde y presidente de la Real Audiencia de Guadalajara, y ascendido a mariscal de campo y luego a virrey de las provincias del Río de la Plata. En 1804, cuando se dirigía a España y de allí a Buenos Aires, fue hecho prisionero por los ingleses y llevado a Lisboa, de donde partió para Río de Janeiro y Buenos Aires. Su primer destino fue revocado y fue nombrado Virrey del Perú por Real Decreto del 10 de noviembre de 1804. Hizo su entrada pública en Lima el 20 de agosto de 1806.

Gobierno de Abascal

Abascal fue un representante del despotismo ilustrado; un hombre astuto y progresista que desde el principio se esforzó por realizar mejoras sociales y materiales (protección del mestizo, promoción del comercio marítimo, etc.) patrocinando cualquier reforma que significara un bien para el virreinato. Atrajo a los criollos con la fundación de centros culturales: Colegio de Médicos, Colegio de Abogados; con la construcción de fortificaciones, organización del ejército, etc. Estos hechos le dieron autoridad y con ello reforzó el disputado poder central de España, siendo el paladín de la soberanía española y el más tenaz enemigo de la Independencia.

Los éxitos militares de Napoleón en el Viejo Mundo comenzaron a tener repercusiones en América y así la llegada al Brasil de la familia real portuguesa, protegida de Inglaterra, perturbó la política colonial española. Por su parte, el virrey se puso del lado de Fernando VII, creyendo espontáneamente en la abdicación de Carlos IV, y envió a España una importante ayuda económica. En Chuquisaca, después de haber reconocido al rey, las autoridades intentaron entregar el Alto Perú a la princesa Carlota Joaquina, lo que provocó el levantamiento en esa ciudad, seguido de La Paz (1809).

Ante los primeros destellos de la insurrección, el virrey comprendió la necesidad de evitar que la sedición se extendiera por todo el virreinato, por lo que ordenó a Goyeneche, representante de la Junta Central de España y nombrado temporalmente Presidente de la Corte de Cuzco, que emprendiera una campaña de pacificación. No había terminado de someter las ciudades del Alto Perú cuando se construyó Quito con la formación de una primera Junta (1809). Buenos Aires, depuso al virrey Hidalgo de Cisneros, envió tropas al Alto Perú y comenzó la verdadera lucha que duró quince años. Abascal y la Audiencia decidieron incorporar el Alto Perú al Virreinato de Lima siempre y cuando la situación se resolviera, lo que significaba que la lucha se llevaría a cabo al sur de Charcas, evitando que, en caso de derrota, el Perú fuera invadido y Buenos Aires se viera privado de los recursos de esa región, importantes para el mantenimiento de la guerra.

El levantamiento en Chile fue sofocado en 1814. Donde Abascal demostró su habilidad política fue en su esfuerzo por dar una base americana a la contrarrevolución, creando un partido criollo americano realista para enfrentarse a los partidarios de la independencia. Organizó el Regimiento de Voluntarios Distinguidos de la Concordia Española del Perú con elementos de la nobleza y el pueblo, nativos, mestizos y criollos, para unificar las clases sociales. Su creación le valió el título de Marqués de la Concordia.

Abascal renuncia como virrey

La proclamación en el Perú de la Constitución de 1812 autorizó la libre emisión del pensamiento, que con la difusión de la Prensa, favoreció a los críticos y estimuló el descontento, aumentando y fortaleciendo los movimientos latentes de emancipación que estallaron en Cuzco, Tacna y Arequipa, y fueron sofocados por el General Ramírez. Abascal encontró ayuda en su trabajo en Joaquín de la Pezuela, quien el 7 de julio de 1816 lo sustituyó en el cargo de virrey. A su regreso a España, Abascal fue nombrado capitán general y consejero del Consejo Supremo y de la Cámara de Guerra.

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