
Biografía de Sócrates
Nació en Atenas en el 470 a.C. Era hijo de una partera, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, que estaba emparentado con Arístides el Justo. Pocas cosas se saben con certeza de la biografía de Sócrates, aparte del hecho de que participó como soldado de infantería en las batallas de Samos (440), Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422). Era amigo de Arias y Alcibíades, cuyas vidas salvó.
Dedicó su vida a filosofar, dialogando con la gente en lugares públicos. A diferencia de los sofistas, Sócrates no cobraba por sus clases. No escribió ninguna obra: su pensamiento ha llegado hasta nuestros días a través del testimonio de quienes le conocieron, especialmente su discípulo Platón.
Su filosofía
Convencido de que la verdad se encuentra en el interior de cada hombre, se había propuesto ayudar a sus interlocutores a «darla a luz». Por eso dijo que su trabajo era similar al de su madre: mientras ella ayudaba a las mujeres a dar a luz, él ayudaba a los hombres a dar a luz la verdad.
Utilizaba la ironía para que su interlocutor se diera cuenta de que en realidad no sabía tanto como creía. Una vez que la persona reconocía su ignorancia, lo guiaba hacia la verdad a través de preguntas.
La ironía y el diálogo eran, por tanto, las dos partes de su método, la «mayéutica». Cuando se le preguntó al oráculo de Delfos quién era el hombre más sabio de Grecia, respondió: «Sócrates». Y Sócrates sostuvo que en realidad era el más sabio porque, mientras que los considerados sabios creían que lo sabían todo, él sabía que no sabía nada («Sólo sé que no sé nada»).
Sócrates desarrolló un método práctico basado en el diálogo, en la conversación, la «dialéctica», en la que mediante el razonamiento inductivo se podía esperar llegar a la definición universal de los términos investigados. Este método consistía en dos fases: la ironía y la mayéutica.
En la primera fase el objetivo fundamental es, a través del análisis práctico de definiciones concretas, reconocer nuestra ignorancia, nuestro desconocimiento de la definición que buscamos. Sólo reconociendo nuestra ignorancia somos capaces de buscar la verdad.
La segunda fase consistiría propiamente en la búsqueda de esa verdad, esa definición universal, ese modelo de referencia para todos nuestros juicios morales. La dialéctica socrática pasará de definiciones más incompletas o menos adecuadas a definiciones más completas o más adecuadas, hasta llegar a la definición universal.
Lo cierto es que en los diálogos socráticos de Platón nunca se llega a esa definición universal, por lo que es posible que la dialéctica socrática haya sido vista por algunos como algo irritante, desconcertante o incluso humillante para aquellos cuya ignorancia seguía siendo evidente, sin llegar realmente a esa supuesta definición universal que se buscaba. Todo parece indicar que la intención de Sócrates era práctica: descubrir ese conocimiento que serviría para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a realizar.
En este sentido, la ética sócrata se llama «intelectualista»: el conocimiento se busca estrictamente como un medio para la acción. Así que si conociéramos el «Bien», no podríamos dejar de actuar de acuerdo con él; la falta de virtud en nuestras acciones se identificará entonces con la ignorancia, y la virtud con el conocimiento.
Interpretaciones
Sócrates no escribió nada y, a pesar de tener numerosos seguidores, nunca creó una escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores.
Varios testimonios sobre su actividad filosófica, contradictorios entre sí, como los de Xenofonte, Aristófanes o Platón, han trascendido y han planteado el llamado problema socrático, es decir, la fijación de la verdadera personalidad de Sócrates y el contenido de sus enseñanzas.
Según Xenofonte, Sócrates se interesó fundamentalmente en la formación de hombres buenos, por lo que su actividad filosófica se reduciría a la de un moralista práctico: su interés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo totalmente ajeno a Sócrates.
El retrato de Aristófanes de Sócrates en «Las nubes», donde aparece como un sofista jocoso y burlesco, no es muy riguroso y no merece mayor consideración.
La interpretación del Sócrates platónico plantea más problemas. La posición tradicional es que Platón puso en boca de Sócrates sus propias teorías en buena parte de los llamados diálogos de transición y en los de la madurez, aceptando que los diálogos de la juventud reproducen el pensamiento sócrata. Esta posición estaría apoyada por los comentarios de Aristóteles sobre la relación entre Sócrates y Platón, quien afirma claramente que Sócrates no «separó» las Formas, lo que nos ofrece bastante credibilidad, dado que Aristóteles permaneció veinte años en la Academia.
El relativismo y Sócrates
El rechazo del relativismo de los sofistas llevó a Sócrates a buscar la definición universal, que pretendía conseguir mediante un método inductivo; probablemente la búsqueda de tal definición universal no era puramente teórica, sino más bien práctica. Aquí tenemos los elementos fundamentales del pensamiento socrático.
Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará este relativismo, convencido de que los ejemplos concretos contienen un elemento común con respecto al cual estos ejemplos tienen un significado. Si se dice de un acto que es «bueno» será porque se tiene alguna noción de «lo que es» bueno; si no se tiene esta noción, ni siquiera se puede decir lo que es bueno para alguien.
Lo mismo ocurre en el caso de la virtud, la justicia o cualquier otro concepto moral. En el relativismo, estos conceptos no están sujetos a una definición universal: son el resultado de una convención, de modo que lo que es correcto en una ciudad puede no serlo en otra.
Sócrates, por el contrario, está convencido de que lo que es justo debe ser igual en todas las ciudades, y que su definición debe ser universalmente válida. La búsqueda de una definición universal se presenta, pues, como la solución del problema moral y la superación del relativismo.
Muerte
Su amistad con Alcibíades (uno de los Treinta Tiranos de Grecia) le ganó la enemistad de muchos y, cuando dejaron el gobierno, se vio envuelto en un juicio en el que se le acusó de corromper a la juventud introduciendo nuevos dioses. Fue en el 399 A.C. Aparentemente esta acusación, hecha por Melitos, fue instigada por Anitos, uno de los líderes de la democracia restaurada.
Fue condenado a muerte. Pasó sus últimos días en la celda recibiendo a sus discípulos y hablando con ellos de filosofía (como Platón lo cuenta en sus diálogos Critón y Fedón). Se negó a escapar, haciendo que algunos de sus amigos arreglaran su huida. Cuando llegó el día, bebió la cicuta que le había dado el verdugo y murió en paz.
Vídeos de Sócrates
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